La sepia es un molusco cefalópodo perteneciente a la familia Sepiidae. Presenta un cuerpo ovalado y ancho, con aletas continuas que van desde un extremo a otro del cuerpo. El cuerpo, sin incluir la cabeza y los tentáculos, mide unos 30-40 centímetros. De longitud total puede llegar a alrededor de 60 centímetros.

Presenta 10 tentáculos con ventosas: 8 de ellos cortos y dos más largos que le permiten capturar a sus presas,  normalmente pequeños peces. En la base de los tentáculos también encontramos un pico córneo capaz de romper los caparazones de los crustáceos, además de un sifón que le permite expulsar el agua al exterior.  Presenta una concha interior que le da mayor consistencia.

El color de su cuerpo varía mayormente según su estado de ánimo: cuando se dispone a cazar o a pasar desapercibida se mimetiza con el ambiente, adoptando los colores similares a las rocas y vegetación del fondo. En cambio, cuando se dispone a proteger su territorio frente a otros individuos, o en la época de cortejo para impresionar a la hembra, adopta colores vistosos y chillones, ya sea para amenazar o cortejar. Sus colores predominantes son el gris o el marrón claro, a veces jaspeado, adoptando el color de la arena.

Se reproducen en primavera. Durante un periodo de tiempo los machos cortejan a las hembras, acto que termina en cópula interna. Las hembras depositan los huevos sobre coral o rocas.

Vive principalmente en praderas de Posidonia oceanica y fondos rocosos. La encontramos presente desde el norte de Europa hasta la costa norte de África, en profundidades de hasta 200 metros o más. No se encuentra en peligro, pero como muchas especies ha reducido sus poblaciones como consecuencia de la pesca y la contaminación.

Como curiosidad cabe decir que cuando se sienten amenazados pueden expulsar un chorro de tinta, maniobra que aprovecha para escapar.