Esta excursión se debe realizar con permiso de la propiedad al ser terrenos de carácter privado. El recorrido se inicia sobre los acantilados marinos que nos permiten la visión de las playas de Portals Vells y de la playa del Mago, y continúa por encima del acantilado en dirección al sur. A lo largo de todo el camino vamos a ir junto a los acantilados, por un camino estrecho que sale a nuestra derecha entre pinos carrascos (Pinus halepensis) y una garriga que nos mostrara diversos estadios de densidad arbórea y composición arbustiva. Enseguida divisaremos al fondo el faro y la torre de cala Figuera, que debemos mantener siempre enfrente, pues nos servirá como punto de referencia si... [+] Ver más
Nada más empezar el recorrido obsevaremos las primeras palomas bravías (Columba livia) en los acantilados cercanos a la playa del Mago. También la presencia de la gaviota patiamarilla (Larus michahellis), ya se hace notar desde el principio incluso mientras detectamos a los primeros roqueros solitarios (Monticoloa solitarius) que ya están presentes en este inicio de recorrido.
Caminando entre el pinar y los arbustos podremos notar la presencia de diversos paseriformes y en las paredes de los acantilados descubrimos en invierno a los abundantes colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros) y quizás al rápido halcón peregrino (Falco peregrinus) que viaja en busca de alguna paloma desprevenida.
Son muchos los puntos que nos permiten una buena visión de la costa y del mar. Desde ellos iremos descubriendo a los cormoranes moñudos (Phalacrocorax aristotelis) que entran y salen de los cortados o bucean en busca de algún descuidado pececillo. En el mar en cambio, podremos observar las correrías de pardelas baleares (Puffinus mauretanicus) y pardelas cenicientas (Calonectris diomedea) que pondrán a prueba nuestra paciencia y agudeza visual para descubrirlas volando a ras del agua.
Los piquituertos (Loxia curvirostra balearica) o los papamoscas grises (Muscicapa striata balearica) en verano son abundantes entre la vegetación, y los alcatraces (Morus bassanus) se acercan en buen número a la costa, especialmente los días de invierno en que el mar está embravecido.