Durante el invierno, petirrojos provenientes del centro y norte de Europa llenan cada rincón de nuestras islas, convirtiéndose posiblemente, en el ave más abundante de las Baleares. Es prácticamente imposible dar un solo paso, incluso alrededor de las edificaciones, sin que detectemos su presencia ya sea visual o por los numerosos reclamos y cantos que parecen de primavera en plena época invernal.
La presencia de petirrojos en primavera y verano en Mallorca es muy escasa, pero parece que algunos ejemplares se quedan en la isla durante esta época desde hace algunos años. De hecho recientemente se ha podido comprobar la cría de unas cuantas parejas en algunos puntos de la sierra de Tramuntana,
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Durante el invierno, petirrojos provenientes del centro y norte de Europa llenan cada rincón de nuestras islas, convirtiéndose posiblemente, en el ave más abundante de las Baleares. Es prácticamente imposible dar un solo paso, incluso alrededor de las edificaciones, sin que detectemos su presencia ya sea visual o por los numerosos reclamos y cantos que parecen de primavera en plena época invernal.
La presencia de petirrojos en primavera y verano en Mallorca es muy escasa, pero parece que algunos ejemplares se quedan en la isla durante esta época desde hace algunos años. De hecho recientemente se ha podido comprobar la cría de unas cuantas parejas en algunos puntos de la sierra de Tramuntana, donde su comportamiento se vuelve mucho más recatado en pleno periodo reproductivo.
En Baleares es invernante y migrante en todas las islas.
El petirrojo en Calvià
Es abundante y muy bien distribuido, faltando únicamente en aquellas zonas sin ningún tipo de cobertura arbórea o arbustiva.
Se le encuentra en todos los recorridos que hemos recomendado y en algunos de ellos como todos los de la finca de Galatzó, el Passeig de Peguera o el del Puig de Na Morisca de forma verdaderamente abundante. Tampoco falta en parques y jardines de todos los núcleos urbanos.
Las mejores épocas para observarlo
Aunque los primeros ejemplares llegan ya en septiembre y permanece en las islas incluso hasta los primeros días de mayo, el mejor periodo para observar su bullicio es entre noviembre y febrero.
Algunos ejemplares son verdaderamente confiados y permiten la presencia humana muy cercana, no obstante, no les molestemos en demasía y permitamos que sigan confiando en nosotros.
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