Es sin duda la gallinácea más conocida de entre las que pueblan el sur de Europa y muy bien distribuida por la isla de Mallorca. El canto de los machos cuando buscan hembras o cuando reclaman los dominios de sus territorios llena los amaneceres de la primavera de un encanto especial.
Sin embargo, el resto del año es una especie más bien retraída y aunque se mueve en pequeños bandos durante el otoño y el invierno, intenta pasar desapercibida huyendo a la carrera a la menor señal de peligro, o pegándose al suelo para intentar pasar inadvertidas. Es esta característica una peculiaridad de las gallináceas y como no de la perdiz común, la de preferir huir andando o corriendo
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Es sin duda la gallinácea más conocida de entre las que pueblan el sur de Europa y muy bien distribuida por la isla de Mallorca. El canto de los machos cuando buscan hembras o cuando reclaman los dominios de sus territorios llena los amaneceres de la primavera de un encanto especial.
Sin embargo, el resto del año es una especie más bien retraída y aunque se mueve en pequeños bandos durante el otoño y el invierno, intenta pasar desapercibida huyendo a la carrera a la menor señal de peligro, o pegándose al suelo para intentar pasar inadvertidas. Es esta característica una peculiaridad de las gallináceas y como no de la perdiz común, la de preferir huir andando o corriendo a alzar el vuelo, posiblemente porque este último es siempre muy recto, potente, ruidoso y casi nunca muy prolongado.
En Baleares es sedentaria en las cuatro islas mayores.
La perdiz roja en Calvià
No es una especie excesivamente abundante pero está bien distribuida por todo el municipio y es relativamente fácil escuchar su canto en recorridos como el de las casas de Galatzó, por el camí de ses Sinies o en los llanos cercanos al Puig de Na Morisca, pero quizás el que mejores resultados ofrece es el primer tercio del paseo de Paguera a Es Capdellá, empezando desde Paguera, en ocasiones es fácil observar varios ejemplares juntos.
Las mejores épocas para observarla
Queremos recomendar dos periodos diferenciados y con distinta actividad.
A lo largo de los meses de febrero, marzo y abril, los machos cantan casi insistentemente al amanecer y al atardecer, siendo el mejor periodo para escucharlos y con suerte observarlos durante sus cortejos. Mientras que entre noviembre y enero se mueven en pequeños grupos lo que nos facilita la observación de varios individuos al mismo tiempo.
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